Estocolmo en tres días y medio (I)

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¿Qué hacer durante tres días y medio de diciembre en la capital sueca? Museos, recorridos a pie, tiendas de diseño, restaurantes, viajes en barco… Te contamos en primera persona, con fotos, sonidos y canciones (y en dos partes) lo que ha dado de sí nuestra primera visita a Estocolmo, una ciudad en la que se respira la Navidad en cada esquina y repleta de lugares sorprendentes.

¿Estocolmo en diciembre? ¿Con el frío que hace? Y anochece muy pronto… Pues sí, hemos viajado a la capital escandinava al filo del solsticio de invierno y, a pesar del frío y de la noche, hemos descubierto una ciudad espectacular, repleta de arte, historia, naturaleza y modernidad. Y aún mejor: que se puede recorrer fácilmente a pie o en transporte público debido a su tamaño. Antes de contarte la experiencia, puedes dar al play en nuestro reproductor y disfrutar de los sonidos que hemos ido grabando por Estocolmo: calles, mercadillos, tranvías, ferrys… Todo acompañado de los mejores villancicos nórdicos, los nuevos y los más tradicionales.

No podemos empezar la crónica de nuestro viaje sin hacer una mención especial a la música navideña que vas a encontrarte a lo largo de esta hora y media de programa radiofónico. Los villancicos en el Norte de Europa no son solo canciones antiguas de corte claramente religioso o infantil. Todos los grandes grupos de rock, indie, jazz y artistas de pop actual sacan cada año canciones de temática navideña que merece la pena escuchar: desde Mando Diao hasta Maria Mena, de Elliphant a Weeping Willows.

Ahora sí, entremos en materia. ¿Merece la pena visitar Estocolmo en invierno? La respuesta es un rotundo ‘sí’, y más aún en diciembre, antes de la llegada de la Navidad. Nos resultó sorprendente ver iluminada y adornada cada ventana de cada vivienda de la capital; velas, estrellas de adviento, guirnaldas y bombillas a pie de calle, también en los escaparates de los pequeños y grandes comercios.


Breve vocabulario sueco de Navidad

God Jul: Feliz Navidad
Gott nytt år: Feliz Año Nuevo
Glögg: vino caliente especiado
Jultomte: Santa Claus
Julklapp: regalo navideño
Julgran: árbol de Navidad
Lucia: Santa Lucía, el comienzo de la Navidad sueca

Además, existe la idea de que pasar unos días en Estocolmo puede resultar muy caro. Pues bien, una vez allí llegamos a la conclusión de que esto no sucede en la capital sueca más que en París, Londres o Nueva York, ciudades que ya hemos visitado anteriormente. Como en todas partes, hay cosas que pueden salir caras (como beber una botella de vino en un restaurante o desplazarse en metro comprando billetes sencillos), pero siempre hay fórmulas para volver a casa sin un agujero negro en la tarjeta. Por cierto, no nos hizo falta cambiar euros por coronas suecas porque en el 99% de los establecimientos se puede pagar con tarjeta de débito y crédito (salvo que a uno se le antoje un perrito caliente en un puesto ambulante a los pies del Nordiska Museet). Como el viaje, aunque corto, ha dado muchísimo de sí, lo vamos a dividir cronológicamente en dos partes. Aquí tienes la primera.

La llegada

Nuestro avión aterrizaba en el aeropuerto de Arlanda -¿quieres saber cómo suena? Escúchalo en el min. 2:35 de nuestro programa, al que llegan la mayor parte de vuelos internacionales y que se encuentra a 42 kilómetros al Norte de la capital. ¿Cómo desplazarse hasta el centro de la ciudad sin dejarse el bolsillo en el intento? La solución nos la dio el blog de Israel Úbeda sweetsweden.com, guía sencilla y práctica repleta de curiosidades que nos vino muy bien para preparar el viaje.

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Recién llegados a Arlanda. Atardeciendo a las 15:00h.

Lo primero que hicimos al desembarcar fue comprar una tarjeta de transporte SL Access. Las hay de 24 horas (12€ aprox.), 72 horas (23€) y una semana (30€+2€ de la tarjeta física, que se puede recargar durante 6 años). Nosotros adquirimos la de una semana y mereció totalmente la pena. Es prácticamente lo mismo que cuesta solo el desplazamiento desde/a el aeropuerto por transporte privado, ida y vuelta.

La tarjeta incluye viajes ilimitados en metro (Tunnelbana), cercanías (Pendeltåg, siempre con el identificativo de SL) autobuses y algunas líneas de ferry entre las islas del municipio. Durante los tres días y medio que estuvimos en Estocolmo, en pleno invierno, le dimos buen uso y salió realmente rentable. Se compra en el mismo aeropuerto (hay un SL Center en la terminal 2), en las tiendas 7-Eleven, los kioskos Pressbyrån y el punto de atención de SL.

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Mapa del metro y las líneas de trenes de cercanías de Estocolmo. Imagen: SL

Con la tarjeta SL Access en mano, solo tuvimos que salir de la terminal y buscar la parada del bus 583 en dirección a Märsta Station. Märsta es la localidad más cercana al aeropuerto. La línea de autobús acaba en la misma estación, a la que se accede con la tarjeta SL Access. Allí subimos al tren de la línea J36 en dirección Södertälje Centrum, que cruza de norte a sur el área metropolitana del Gran Estocolmo. El trayecto al centro de la ciudad (bus+cercanías) dura algo menos de una hora, el tiempo adecuado para revisar el plan de los próximos días e irse haciendo a la idea de que sí, por fin, ya estamos en la capital sueca.

En cuanto al alojamiento, aunque se pueden encontrar habitaciones a precios medianamente accesibles en diferentes cadenas de hoteles, nos decantamos por una vivienda compartida a través de AirBnB en la isla de Södermalm, junto al distrito que se ha convertido en la zona más hipster de la ciudad (y del que hablaremos más adelante). El precio: 67€ la noche, ropa de cama y accesorios de baño incluidos. La vivienda se encontraba a menos de 5 minutos a pie de la estación de Stockholm Södra, donde para el tren J36.

Al salir de la estación nos encontramos con un barrio residencial de viviendas de diseño, moderno y bien organizado. Más tarde, nuestra anfitriona nos contó que se trata de una zona urbana ideada por el arquitecto barcelonés Ricardo Bofill entre finales de los años 80 y comienzos de los 90 del pasado siglo con el fin de cubrir los antiguos terrenos de la estación sur de Estocolmo. El resultado: Pa Söder Crescent, una gran plaza en forma de medialuna, calles peatonales con pocos locales comerciales (pero algunos magníficos restaurantes a la última), zonas comunitarias ajardinadas y mucha tranquilidad.

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En color, proyecto urbanístico Pa Söder Crescent. Foto: RBTA

Por delante teníamos tres días completos para recorrer Estocolmo en la medida de nuestras posibilidades con estas premisas: no gastar mucho dinero, no saturarnos caminando sin parar o viendo museos y monumentos por el mero hecho de verlos, y respirar el ambiente navideño de la capital sueca, algo que se disfruta más cuando oscurece a partir de las 3 de la tarde y se encienden todas las luces y las guirnaldas de viviendas, comercios y calles.

Día 1 • Viajes en el tiempo, ‘Dancing Queen’ y un vasito de glogg

Como hemos dicho más arriba, nuestra idea de viaje pasa por disfrutar los lugares, caminarlos y hacerlo descansados, siempre y cuando la meteorología acompañe. Tuvimos suerte: a pesar de ser diciembre no sufrimos las inclemencias causadas por el viento, la lluvia o la nieve. Las temperaturas variaban entre los 5 grados y los -6, pero durante el día lucía el sol. Eso sí, un sol de luz mortecina, como el de las horas previas al atardecer. Así que, sin madrugar mucho, nos dirigimos al centro de la ciudad a pie. Desde Medborgarplatsen, punto neurálgico de Södermalm, enfilamos Götgatan, arteria que cruza la isla de norte a sur. A partir de Medborgarplatsen se convierte en una vía semipeatonal repleta de comercios, bistrós y bonitos edificios de comienzos del siglo XX. Hacemos parada técnica para un café y no podemos resistir la tentación de buscar curiosas ediciones de libros en Söderbokhandeln Hansson & Bruce, una librería forrada de estanterías hasta el techo (hay que hacer uso de las escaleras de mano para llegar a los estantes más altos) y que ha sabido mantener la esencia con la que abrió sus puertas, allá por 1927.

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Hojeando libros en Söderbokhandeln

Avanzando por Götgatan hacia el Norte, en dirección al centro de la ciudad, nos encontramos con una de las mejores vistas panorámicas de Estocolmo. Giramos a la derecha en Hökens Gata para cruzar la pasarela superior del ascensor Katarinahissen, desde donde observamos el skyline de la ciudad, con la torre del Ayuntamiento a la izquierda, Gamla Stan a nuestros pies y las atracciones de Gröna Lund a la derecha (mira la foto de portada de esta crónica, que llega hasta Gamla Stan).

Apurados por el inminente atardecer, dejamos atrás Södermalm y nos dirigimos a la plaza de Norrmalmstorg (a tan solo dos paradas de metro), donde esperamos la llegada del tranvía de la línea 7N cuyo destino es Djurgården, la isla de los museos. Curiosamente, apenas quedan tranvías en Estocolmo. De hecho, la línea 7 fue suprimida en 1967, cuando el gobierno sueco decidió cambiar la manera de conducir, de la izquierda a la derecha. Sin embargo, la línea fue recuperada en 1991 como un trayecto turístico que conectara los museos de Djurgården con el centro de la ciudad. Además de vehículos modernos, cubren el recorrido varios tranvías de época: uno de 1910, otro de los años 20 y otros de los años 30, 40 y 50. Nosotros subimos en Norrmalmstorg al de la década de los 20. Entrar en él es como hacer un viaje en el tiempo. Aquí lo tienes en imagen pero, ¿quieres saber cómo suena? Escúchalo en el minuto 48:25 de nuestro programa.

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También es un viaje en el tiempo cruzar las puertas de Skansen, nuestra primera parada en Djurgården. Skansen, fundado en 1891, es el museo al aire libre más importante del mundo; 300 kilómetros cuadrados de historia viva. Entre sus caminos, colinas y arboledas se encuentran 150 edificaciones rústicas de toda Suecia, desmontadas de sus ubicaciones originales y traídas hasta aquí pieza por pieza. Algunas son de hace casi 500 años y las más recientes, de comienzos del siglo XX. Al entrar en ellas se puede ver a gente ataviada con ropa de época trabajar y vivir tal y como se hacía antaño: el boticario, el encargado de la imprenta, la tienda de ultramarinos…

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Una de las callejuelas de Skansen con sus casas de época

Durante los fines de semana de adviento, la plaza Bollnäs, un claro abierto en el centro del parque, se convierte en un auténtico mercadillo navideño de artesanía y comida en el que poder degustar un buen vaso de glögg, el típico vino caliente sueco con especias que se bebe en esta época del año (ideal para luchar contra la temperatura ambiente del momento) y hasta bailar alrededor del árbol de Navidad mientras una banda de jazz interpreta villancicos en directo (escúchalo en el min 50:03 de nuestro programa).

Y de un pasado muy lejano, al bajar las colinas de Skansen «avanzamos» hasta los años 70 del pasado siglo, un momento convulso en la vida política y social sueca en el que nació el mayor fenómeno del pop hasta el momento, y que supuso un antes y un después en la historia musical de Suecia y Europa: el boom de ABBA. Visitar el recientemente inaugurado Museo ABBA es una experiencia de la que no solo disfrutan los fans incondicionales del cuarteto. Se trata de un espacio interactivo magníficamente ambientado que repasa cronológicamente la trayectoria del grupo, desde el nacimiento de las carreras en solitario de sus componentes hasta la disolución del conjunto a comienzos de los 80.

Si la historia de ABBA (y por ende la de los orígenes del ‘milagro’ sueco del pop en la actualidad) no te motiva lo suficiente, puedes pasártelo en grande participando en una competición de SingStar con alguno de sus éxitos en una reproducción de su estudio de grabación, aprendiendo pasos de baile en una auténtica disco de la época, sentándote en el helicóptero que sirvió de portada al mítico disco ‘Arrival’ (en la foto) e incluso saliendo al escenario a darlo todo al ritmo de ‘Dancing Queen’.

De vuelta a la actualidad, y mareados por los brillos y las lentejuelas de ABBA (y de la exposición por los 60 años de Eurovisión situada en el sótano del Museo), el frío de la tarde-noche de Estocolmo nos devuelve a la realidad. Apenas a unos pasos de allí se encuentra el muelle de Allmänna, junto al magnífico parque de atracciones Gröna Lund. Pasando la tarjeta de transporte SL Access entramos en el ferry de la línea 82 que en solo 7 minutos recorre la distancia que separa la isla de Djurgården de la estación marítima de Slussen, al comienzo de Gamla Stan. Este es el sonido del barco rompiendo la calma de las aguas oscuras del archipiélago (escúchalo en la hora 1:05:56).

Y así desembarcamos en otro mundo diferente al que hemos dejado 7 minutos antes en Djurgården. Gamla Stan es el corazón histórico de Estocolmo, una isla en el centro de la ciudad, precisamente con forma de corazón. Recorrer sus callejones estrechos, empedrados, silenciosos y tenuemente iluminados resulta algo especial durante la época navideña. Tan especial, que al doblar la esquina nos encontramos, sin esperarlo, con un concierto acústico de una cantautora (no recordamos su nombre) acompañada de su guitarra y deleitando al público con temas navideños. El escenario: la ventana de un piso en la placita de Köpmantorget (sí, lo grabamos y puedes escucharlo en la hora 1:07:20).

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Concierto navideño en una fachada de Köpmantorget, Gamla Stan

Nuestras alargadas sombras siguen escurriéndose por las fachadas tenebrosas de Gamla Stan, incluida la del imponente Kungliga Slottet, el Palacio Real, que dejamos a un lado para cruzar los puentes y llegar, de nuevo, al bullicio de la ciudad moderna. Terminamos el día con otra actividad navideña: abrirse paso en la jungla de patines de la pista de hielo situada en Kungsträdgården, los antiguos jardines del rey, hoy en día parque abierto a los muelles de Nybroplan. La pista, montada en la parte central del recinto, bajo la atenta mirada de la estatua del rey Carlos XII, es una especie de discoteca abierta, con música pop a todo volumen y focos luminosos de colores, en la que los jóvenes de Estocolmo giran y giran demostrando su destreza (en algunos casos) en el arte del patinaje sobre hielo. Hay una caseta en la que poder alquilar los patines (los cordones se pagan aparte). En cambio, no hay taquillas en las que guardar nuestro calzado. Opciones: llevarlo de alguna manera mientras intentamos patinar; confiar en que, cuando terminemos, las zapatillas sigan donde las dejamos.

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Pista de hielo en Kungsträdgården, bajo la estatua de Carlos XII

Carlos XII, (1682-1718), Rey de los Suecos, los Godos y los Vendos. Gran Duque de Finlandia. Duque de Escania, Estonia, Livonia, Carelia, Bremen, Stettin, Pomerania, Kassuben y Verden. Príncipe de Rugen. Señor de Ingria y Wismar. Conde de Zweibrucken, Conde Palatino del Rin en Baviera, Duque de Jülich, Kleve y Berg. Conde de Wälden, Sponheim y Ravensberg, y Señor de Ravenstein. Fue el último rey guerrero de Suecia. Tanto es así que una de sus frases más recordadas dice «Esta será desde ahora mi música», pronunciada al escuchar los cañonazos en su primera campaña militar. No sabemos que pensaría del pop machacón que suena ahora bajo sus pies.


Así terminamos el primer día de nuestra estancia en Estocolmo. Si quieres saber qué pasó los días 2 y 3 del viaje (te avanzamos que nos sumergimos en las profundidades del Báltico y tocamos el techo de la ciudad, entre otras muchas cosas) tendrás que esperar a la siguiente crónica. También haremos una valoración general de lo que nos pareció la capital sueca.

Por cierto, los derechos de todas las imágenes que aparecen en esta entrada (salvo la portada del disco de ABBA) pertenecen a David Lozano y Hemisferio Boreal.

7 comentarios sobre “Estocolmo en tres días y medio (I)

  1. ¡Qué maravillosa experiencia! Poder leerlo y escucharlo ha sido genial. Dan ganas de coger el avión ahora mismo y pasar unas frías navidades en Estocolmo.
    Enhorabuena por la entrada. ¡Con ganas de más!

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